12. Esta misericordia de Dios se manifest� en Jes�s de Nazaret en forma de servicio, de humildad y de humillaci�n, de entrega y donaci�n a Dios y a los hermanos. "El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por los muchos"16, que en el estilo semita quiere decir por todos. La diacon�a (el servicio) aparece indisolublemente unida a la misi�n de Jes�s, que se manifiesta como el Siervo de Yav� misteriosamente anunciado en Isa�as. |
La diacon�a unida a la misi�n de Jes�s |
13. Los mejores cristianos de la historia, los santos, han entendido el seguimiento de Jes�s bajo esta forma de servicio y entrega por amor a los hombres, en especial a los m�s d�biles y necesitados, como Pedro Nolasco o Pedro Claver, Juan Bosco o Juan de Dios, etc. Desde hace muchos siglos, los Papas ostentan como un distintivo el t�tulo de "siervo de los siervos de Dios". La Iglesia y los cristianos de todos los tiempos, como seguidores de Cristo, hemos recibido el encargo primordial de servir por amor a Dios y a los hombres, con entra�as de misericordia especialmente hacia los m�s d�biles y necesitados. |
Seguimiento de Cristo y amor a los pobres. El testimonio de los santos |
Sin embargo, esta actitud, que ha de ser general en los cristianos, no puede quedarse en algo gen�rico y vago, reduci�ndose a ideolog�a o mera ret�rica. �No tenemos la impresi�n en nuestro tiempo de que estamos muy bien abastecidos de documentos y de declaraciones, de manifestaciones, de buenas obras y buenos testimonios, de buena voluntad? |
|
14. Ahora bien: para no quedarnos en vaguedades, es necesario encarnarnos en el aqu� y en el ahora. El sentimiento de misericordia y la actitud servicial se han vivido siempre a lo largo de la historia de la Iglesia, pero en cada �poca de manera cambiante, seg�n las circustancias. En este sentido, Juan Pablo II nos ofrece, en la citada Enc�clica "Dives in misericordia", unos criterios muy claros y sumamente pr�cticos que pueden servirnos de orientaci�n para la Iglesia y los cristianos de hoy: " Es menester que la Iglesia de nuestro tiempo adquiera una conciencia m�s honda y concreta de la necesidad de dar testimonio de la misericordia de Dios en toda su misi�n, siguiendo las huellas (...) en primer lugar, del mismo Cristo"17. |
La Iglesia ha de adquirir una conciencia m�s honda y concreta |
Es decir, que la Iglesia de hoy debemos profundizar, adquirir "una conciencia m�s honda" de esta misi�n recibida del Esp�ritu Santo para dar testimonio de la misericordia de Dios. Se trata de un deber de toda la comunidad, y no solamente de unos pocos digamos especializados en este ministerio. Hay diversidad de carismas, otorgados por Dios para el bien com�n, y no todos podemos ejercerlos todos, como tantas veces comenta San Pablo en sus cartas, sino que cada uno debe actuar el suyo para el bien de todos. Pero debe ser com�n a todos los cristianos vivir y manifestar el amor entra�able, las entra�as de misericordia -seg�n dice Mar�a en el magnificat- que Dios tiene hacia los pobres, tal como Jes�s de Nazaret tan especialmente nos encomend� a sus disc�pulos. |
|
El Papa dice, adem�s, que esta conciencia m�s honda que debemos adquirir en nuestro tiempo sobre la misi�n espec�fica de la Iglesia, debe ser tambi�n "m�s concreta", ha de brotar de un mejor conocimiento y una mayor sensibilidad de la situaci�n de los pobres en el mundo. De aqu� la necesidad de acercarse a la realidad, recurriendo a los datos de la sociolog�a y de la econom�a de una manera objetiva, racional y sistem�tica, con estad�sticas y estudios cient�ficos, haciendo an�lisis de cada situaci�n, tanto en el �rea local y nacional como internacional. |
|
15. De todos modos, aunque todo �sto sea siempre necesario como punto de partida para tener una visi�n realista y de conjunto de los problemas, lo principal en este campo siempre ser� el acercamiento directo de la Iglesia y de los cristianos al mundo de los pobres. Dios mismo se acerc� tanto que en Jes�s de Nazaret se hizo uno de ellos, naciendo, viviendo y muriendo como los pobres, con una opci�n bien meditada e intencionada. Como dice San Pablo, Jesucristo, siendo infinitamente rico, se hizo pobre por nosotros, pero no para que fu�ramos pobres, sino para enriquecernos con su pobreza18. Es la ley de la Encarnaci�n, que sigue siendo ley para la Iglesia en la historia. |
Acercamiento directo de la Iglesia y de los cristianos al mundo de los pobres |
De aqu� que Juan Pablo II19, insista en que ese testimonio de la misericordia de Dios debe manifestarse en toda su misi�n, y no en un peque�o grupo de personas, ni a ciertas horas en un despacho asistencial, ni predicando una vez al a�o el Dia de la caridad o el de Manos Unidas, etc., como si fuese una modesta parcela entre las muchas actividades de la vida eclesial y pastoral. No. En modo alguno. Mientras no tengamos una "conciencia m�s honda y m�s concreta" de que la misericordia hacia los pobres es la gran misi�n de todos y siempre, bien podriamos decir que la Iglesia y los cristianos no tenemos conciencia, y somos infieles a la misi�n que el Se�or con tanto empe�o nos encomend�. |
|
Porque el Papa termina dando el argumento definitivo de nuestro compromiso de amor y de misericordia hacia los pobres al decir que esta misi�n tiene su fundamento en el seguimiento de Cristo: "siguiendo las huellas (...) del mismo Cristo". El Hijo de Dios, que vino al mundo para servir y dar vida, dice a sus disc�pulos el d�a de la Resurrecci�n : "Como el Padre me envi�, tambi�n yo os env�o"20, y para cumplir su misi�n les promete y env�a el Esp�ritu Santo. |
|
16. En la par�bola del buen samaritano, Jes�s nos da la pauta permanente para la Iglesia y los cristianos de todos los tiempos: aproximarse, acercarse al necesitado para practicar con �l la misericordia, mand�ndonos a cada uno y d�a a d�a, con toda gravedad y empe�o: "Vete, y haz t� lo mismo"21. Tan seria y tan grave es esta misi�n de Jes�s que, como record�bamos m�s arriba, entre las muchas actividades posibles de la vida cristiana, el Se�or considera a �sta decisiva en el ex�men, en el juicio final que hemos de pasar al t�rmino de nuestra vida temporal para pasar a la vida eterna: "Venid, benditos de mi Padre", o bien "apart�os de m�, malditos"22. |
|
Podemos encontrar un s�mbolo en los relatos evang�licos sobre el nacimiento del Hijo de Dios, que San Juan nos presenta como el Logos, la Palabra, la Sabidur�a de Dios entre los hombres. San Lucas no solamente destaca el contraste de c�mo el Hijo del Alt�simo nace en la mayor pobreza, debido a las circunstancias, sino que los primeros invitados fueron los pobres pastores. Es cierto que Mateo nos refiere que m�s adelante fueron tambi�n invitados unos magos que ven�an del Oriente, seguramente sabios, lo que hoy dir�amos intelectuales o cient�ficos, que presumiblemente vivir�an con cierto bienestar. Pues bien, la Palabra de Dios, el Hijo de Dios y Rey de los hombres viene a llamar a todos, pero en lugar de invitar a los pobres desde los ricos -como ser�a la l�gica del mundo-, llama a los ricos desde los pobres. Cuando aquellos sabios dejan su bienestar, peregrinando hacia donde est�n los pobres y sencillos, la Sagrada Familia y los pastores, es cuando reciben una luz y una sabidur�a superior que ni los libros ni los sabios podr�an aportar. |
|
Los padres de la Iglesia, los santos, los grandes predicadores, te�logos y autores de espiritualidad de todos los tiempos han insistido siempre en esta realidad. La antolog�a que se podr�a hacer ser�a interminable, y podr�a resumirse en el slogan que empleaba San Juan de Dios cuando gritaba por las calles de Granada pidiendo para sus pobres: "Hermanos: haced bien a vosotros mismos". Fray Lu�s de Granada dice que "los pobres son m�dicos de nuestras llagas, y las manos que ante nos extienden, son remedios que nos dan". Y San Pedro Dami�n, en el "Op�sculo sobre la limosna" escribe este hermoso p�rrafo: "�Oh maravilla de la solidaridad, que brotas como una fuente para lavar manchas de los pecados y apagar las llamas de los vicios! �Oh felicidad de la limosna, que sacas del abismo a los hijos de las tinieblas y los introduces como hijos adoptivos del reino de la luz!. T� de las manos de los pobres vuelas al cielo, y preparas all� residencia a los que te aman. Si eres vino, no te agrias; si eres pan, no te floreces; si carne o pescado, no te pudres; si vestido, no te apolillas"23. |
|
Pero el acercamiento y la cercan�a, la convivencia con los pobres, es decisiva para la Iglesia y los cristianos no solamente como responsabilidad final, como carga pesada o como obligaci�n moral; ni siquiera como entrega y generosidad, por la cual damos nuestros bienes y hasta nuestras personas a los que m�s nos necesitan. Siendo todo �sto muy grande y muy hermoso, no es suficiente para explicar el misterio escondido, la gracia secreta, el "quasi sacramento" que representan los pobres en el mensaje evang�lico. |